El primer microbosque de Woluwe-Saint-Pierre vio la luz el jueves.

© Foto: Comuna de Woluwé-Saint-Pierre

Los aproximadamente 720 árboles de 15 especies diferentes han sido plantados en el parque de la Residencia Rey Baudouin en la intersección del Val des Epinettes y la avenida Prince Baudouin.

«Es un proyecto a largo plazo que combina el ser humano y la naturaleza, y además de manera intergeneracional,» explica el Burgomaestre de Woluwe-Saint-Pierre, Benoit Cerexhe, y el Presidente del CPAS, Philippe van Cranem. «Es genial para las familias del barrio y los residentes del hogar que se beneficiarán, así como para los jóvenes que participan en la plantación. Nadie ignora la importancia de replantar árboles en la ciudad para combatir el cambio climático. Es nuestro deber proponer y realizar este tipo de proyectos. Y ya podemos decirles que, dada la entusiasmo que genera, habrá muchos más.»

La misma opinión tiene la Concejal de Enseñanza, que no tuvo problemas para convencer a la escuela primaria de Joli-Bois para participar en el evento: «Es un retorno a las raíces para la escuela de Joli-Bois que ha plantado un… bonito bosque», se divierte la Concejal de Enseñanza, Françoise de Callataÿ. «No me sorprende, ya que la escuela está muy activa en su compromiso social. Próximamente organizará una marcha patrocinada para recaudar fondos en favor de las víctimas de los terremotos en Turquía y Siria. La idea fue inmediatamente aceptada por los docentes y los alumnos.»

La organización SOWoods (literalmente «sembrar bosques»), especializada en la implementación de microbosques en áreas urbanas, confirma: «Cuando llegan por la mañana, los niños tienden a querer irse. Al final de la plantación, quieren quedarse y seguir. Es mágico, ya que nuestra iniciativa busca ante todo ser participativa,» se alegra Raphaël Loubert, ingeniero agrónomo en SOWoods. «Nuestro objetivo es recrear pequeños espacios forestales en la ciudad para traer biodiversidad. Para lograrlo, utilizamos el método Miyawaki (botánico japonés): al plantar de quince a treinta especies indígenas diferentes, los árboles crecen más rápido y acogen más biodiversidad que un césped. El resultado es que el microbosque se autogestiona en dos años y alcanza la madurez en solo veinte años.»